lunes, 28 de diciembre de 2009

¿SABES REALMENTE...

cómo se planifica y desarrolla una campaña comercial?

Si te dedicas al marketing, la publicidad o a la comunicación comercial, básicamente muchas veces pensarás en tener un buen producto, hacer una buena promoción y con una buena publicidad. Quizás sea obvia esta afirmación, pero… ¿a qué denominamos “bueno”?… ¿lo sabes?

La mentalidad de los consumidores está constantemente cambiando y no está quieta en un solo lugar. Lo que éste busca es interactuar con los productos y servicios de manera tal que “encajen” con sus expectativas. Interactuar y encajar con las expectativas son las claves del éxito comercial. Interactuar y encajar son los “buenos” de toda campaña

¿Y dónde quedan entonces el producto, la promoción y la publicidad? ¿Acaso no son o deberían ser “buenos” también?

Lo “bueno” es un concepto abstracto, relativo, intermitente y hasta caprichoso. Como lo son también los consumidores. Entonces cabe saber determinar cuándo y dónde interactuar con ellos, así cómo desarrollar cualidades y beneficios que encajen con él. Es decir, cerrar el círculo. Para no dejar afuera los demás esfuerzos.

Los “buenos” productos, las “buenas” promociones y la “buena” publicidad no bastan. Es más, a veces ni siquiera sirven de mucho. Pueden estar desfasados y fuera de contexto, a pesar de ser “buenos”. Pueden estar fuera de las expectativas de los consumidores ya que no interactúan en el momento y lugar así como tampoco encajan como el concepto en que son requeridos.

Y entonces ¿qué debemos hacer?

Desarrollar una campaña comercial implica ante todo saber y determinar cómo lograr la interacción y el encaje necesario con el consumidor. Esta debería ser una política permanente de las empresas, pero desafortunadamente no se comprende siempre así por diversas razones.

Afortunadamente existen herramientas y procedimientos que facilitan en mucho las cosas. Pero cabe ser diestro con ellas. Y usarlas, naturalmente. El conocimiento, la experiencia, los instrumentos y grandes dosis de sentido común hacen el trabajo con facilidad.

Al uso de estos elementos en conjunto es que denominamos operatividad.

Operatividad. Es la parte más compleja y simple de entender. La diferencia radica en cómo enfocamos nuestros esfuerzos en las labores comerciales. Si desarrollamos simplemente lo “bueno”, buscaremos coincidir con el mercado. Y ya sabemos que eso es el azar, estar a merced de la suerte.

Pero si interactuamos permanentemente y encajamos eficientemente, no solo estaremos dentro de las expectativas del consumidor, sino en un flujo comercial constante, donde cada campaña es un paso más adelante hacia lo consecución de los grandes objetivos de mercadeo y los logros máximos empresariales. Y es la verdad.

De otra forma, cada campaña es un intento aislado nuevo (y azaroso por demás). Una nueva forma de presentar el producto, una nueva promoción, una nueva publicidad. Es volver a comenzar y perder buena parte de lo que se ganó anteriormente. Y es entonces allí donde nos preguntamos: ¿dónde fallamos? ¿es que acaso no tengo un buen producto…?

1 comentario:

Inserta tu comentario aquí...